Soy profesor de música 

 

Mallorca y Chopin, la segunda cara de la moneda.

Por admin

Siempre hay una “SEGUNDA cara” en la moneda.

Las Islas Baleares, reconocidas como un paraíso turístico, tienen una fascinante historia que muchos desconocen. Resulta que dos de los primeros turistas en estas hermosas islas fueron nada menos que el genio polaco Frederic Chopin y la extravagante escritora francesa George Sand.

En la costa oeste de Mallorca se encuentra el encantador pueblo de Valldemossa, anidado en las montañas. Fue aquí donde estos dos personajes famosos pasaron un invierno lleno de desafíos. Aunque su experiencia en la isla no fue fácil, décadas después, sus nombres siguen atrayendo a viajeros curiosos a Valldemossa.

¿Qué viento los llevó a Valldemossa? ¿Quiénes eran ellos y por qué están envueltos en un halo de romance trágico en Mallorca?

El joven y talentoso polaco conoció a la audaz baronesa Aurora Dudevant, conocida literariamente como George Sand, en los salones parisinos. Él tenía 28 años y ella 34 años. Fue una unión inusual: Sand, una mujer segura de sí misma y amante de la libertad, que vestía trajes masculinos y fumaba puros, y el delicado y femenino Chopin. Incluso en la vanguardista ciudad de París, esta pareja destacaba.

Llegaron a la isla a fines de la década de 1830 debido a la enfermedad cardíaca grave de uno de los hijos de Sand, que requería un clima más cálido durante el invierno. Chopin también sufría de una enfermedad pulmonar, lo que los llevó a viajar a las costas de la isla española. Al principio, quedaron maravillados por la floreciente y cálida Mallorca, pero el invierno les deparó sorpresas desagradables: era húmedo, ventoso, lluvioso y frío.

La casa que alquilaron, conocida como la “Casa del viento”, resultó estar en una ubicación desfavorable, expuesta a vientos de todos los lados y totalmente inadecuada para el invierno. Esta situación debilitó aún más la salud de Chopin.

Los médicos locales, después de examinar al compositor, llegaron a la conclusión de que tenía tisis. Esto causó temor entre los habitantes de Mallorca, ya que desconocían esta enfermedad. Surgieron diversas teorías: algunos biógrafos sugieren que Chopin padecía tuberculosis, mientras que otros creen que era asma. La opinión médica no era unánime.

Como resultado, los mallorquines decidieron mantenerse alejados de estos extranjeros, llegando al extremo de hacer difícil para ellos adquirir productos básicos, que eran vendidos a regañadientes o a precios exorbitantes en el mercado local. Con la salud de Chopin deteriorándose, la situación se volvió aún más difícil.

Según las leyes españolas de aquel entonces, cualquier objeto tocado por una persona infectada debía ser destruido. El dueño de la “Casa del viento” solicitó que abandonaran la propiedad y pagaran por los objetos que iban a ser quemados, todo para evitar la propagación de la supuesta infección.

Agotados por las penurias cotidianas y las enfermedades que afectaban a sus seres queridos, Sand, Chopin y sus hijos se encontraron sin techo sobre sus cabezas. El completo aislamiento social se sumó a sus dificultades. Los residentes locales, devotos y conservadores, rechazaron a los extranjeros debido a su falta de asistencia a la iglesia, su relación abierta y la forma de vestir de Sand, propia de una mujer francesa.

En medio de esta situación desesperada, Sand descubrió la oportunidad de alquilar una habitación en un monasterio cartujo cercano, ubicado en un pueblo de montaña. Trasladar el piano a Valldemossa, situado en una empinada ladera de montaña, fue todo un desafío. Sin embargo, incluso viviendo dentro de los muros de un antiguo monasterio, la pareja fue considerada como una “contaminación” por los lugareños. Las condiciones de vida en el monasterio no eran mejores que en la “Casa del viento”: las celdas estaban frías y vacías, mientras el viento aullaba. El piano se convirtió en la salvación de Chopin.

Finalmente, cuando la enfermedad de Chopin se estabilizó, decidieron abandonar la isla en un barco que transportaba cerdos, dirigiéndose a Barcelona y luego a Francia. Así terminaron sus extrañas y difíciles “vacaciones” españolas, cuyas penurias Sand relataría en su libro “Invierno en Mallorca”, el cual ahora adorna los escaparates de muchas tiendas de la isla.

La publicación del libro de G. Sand “Invierno en Mallorca” en 1841, saturado de dolor, amargura y triste ironía, permitió a los lectores conocer no solo la historia de los habitantes de Mallorca, sino también la belleza de la región. Esto despertó un gran interés por ver con sus propios ojos lo que Sand y Chopin experimentaron y sintieron. Esos agotadores meses en la isla se convirtieron en el período más fructífero de la obra de Chopin, incluyendo los famosos 24 preludios, entre los cuales destaca “Gotas de lluvia”.